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Jul.2024
La escucha activa es fundamental en la crianza positiva porque fortalece la conexión emocional entre padres, madres, educadores y niños, y fomenta una comunicación más efectiva y comprensiva.
- Prestar atención completa: cuando un niño/a está hablando, los padres, madres y educadores pueden hacer contacto visual y mostrar interés genuino en lo que están diciendo, evitando distracciones y demostrando que valoran lo que el niño/a tiene que decir.
- Validar los sentimientos del niño/a: en lugar de ignorar o minimizar los sentimientos del niño/a, los adultos pueden reflejar sus emociones para demostrar que las entienden y las aceptan. Por ejemplo, «Parece que estás muy emocionado por tu nuevo proyecto escolar».
- Hacer preguntas abiertas: para fomentar una conversación más profunda, los padres y educadores pueden hacer preguntas abiertas que inviten al niño a compartir más sobre sus pensamientos y sentimientos. Por ejemplo, «¿Puedes explicarme más sobre lo que te preocupa?»
- Repetir lo que el niño/a ha dicho: para asegurarse de entender correctamente lo que el niño/a está comunicando, los adultos pueden repetir en sus propias palabras lo que han escuchado, permitiendo al niño/a corregir cualquier malentendido y sentirse comprendido.
- Responder con empatía: después de escuchar lo que el niño/a tiene que decir, los padres y educadores pueden responder con empatía y compasión, reconociendo los sentimientos del niño y ofreciendo apoyo y orientación según sea necesario.
En resumen, practicar la escucha activa implica prestar atención completa, validar los sentimientos del niño, hacer preguntas abiertas, repetir lo que el niño ha dicho y responder con empatía. Esto ayuda a fortalecer la conexión emocional entre adultos y niños, promoviendo relaciones saludables y un ambiente de confianza y comprensión mutua.
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